Contra el genocidio y ante la violenta política trumpista: las artes


Los gobiernos de EEUU e Israel están intentando abrir un nuevo capítulo de la Nakba y acelerando el deterioro, acaso la demolición, del derecho internacional.

Durante el mandato de Biden, que por más de un año brindó un soporte de 20 mil millones de dólares al ejército de Israel, a partir del 8 de octubre de 2023, en el intento de apropiarse de la totalidad del territorio palestino, la franja de Gaza quedó reducida a escombros, que requerirá de décadas de trabajo para poder ser removidos. La cifra de víctimas ofrecida por las autoridades gazatíes, supera las 60 mil, aunque según un estudio publicado en The Lancet el número de muertos podría ser 41 % superior. El sistema sanitario y médico está colapsado. Como hemos señalado anteriormente, el academicidio es evidencia del genocidio en curso. En Cisjordania los asentamientos ilegales israelíes no han cesado en su expansión a pesar de las órdenes de las Naciones Unidas de detenerlos, y la violencia impuesta por el sistema de apartheid se ha exacerbado. El movimiento que encabeza el pueblo palestino por su liberación ha sido reprimido en casi todo el mundo. El orden legal internacional ha fracasado totalmente durante 16 meses de genocidio, permitiendo que criminales como Benjamin Netanyahu y Yoav Gallant, que cuentan con orden de aprehensión por parte de la Corte Penal Internacional, caminen por este mundo en total impunidad. La mayor parte de los gobiernos del mundo han mantenido silencio o se limitan a condenas verbales sin tomar acciones.

Sin embargo, aunque fracturada por más de 70 años de continua expansión colonial, Palestina sigue estando en manos del pueblo palestino, que ha pagado el costo más alto posible por defender la tierra que le pertenece. Aunque sus calles, templos, hospitales y escuelas estén hechos polvo, haciendo uso de su derecho inalienable como pueblo, la población palestina en Gaza ha decidido regresar al territorio donde estuvieron sus hogares.

El segundo mandato de Trump al poder inicia con un alto al fuego, el cual, sin embargo, tiene la finalidad de intentar una nueva estrategia de expansión, en la cual los EEUU quieren efectuar el desplazamiento forzado masivo de toda la población gazatí a terceros países (lo cual constituye un crimen de guerra), para asumir el control de la Franja y abrir un nuevo mercado inmobiliario. Esto puede permitir, a su vez, facilitar un acaparamiento mayor o total del territorio palestino en Cisjordania por parte del Estado de Israel, así como también en los Altos del Golán en Siria. Las universidades israelíes, que como instituciones continúan siendo una parte constitutiva de la política colonial de asentamiento y un aparato importante de control social y propagandístico que oculta el genocidio y la expansión colonial, podrán, sin duda, beneficiarse de las propuestas de mercado inmobiliario en la Franja de Gaza. Al interior de los Estados Unidos, la administración de Trump intenta incrementar el nivel de persecución en contra del movimiento de solidaridad con Palestina en universidades de Estados Unidos y Europa, lo cual es útil para que una pequeña élite financiera tenga un control todavía mayor de un sistema universitario ya de por sí mercantilizado y que pueda servir a sus intereses.

Por otra parte, con el evidente motivo de debilitar y someter el sistema legal internacional que protegía acaso a algunos pueblos, la administración Trump ha sacado a los Estados Unidos de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Posteriormente, Israel tomó la misma decisión. La nueva política exterior israelí-norteamericana en Gaza es un intento de pasar de una primera etapa que ha consistido en sólo destruir y despoblar, y en la cual se ha enriquecido sobre todo la industria militar, a una segunda etapa en la cual la reconstrucción basada en la limpieza étnica de la población originaria palestina podrá fomentar un nuevo mercado para el sector inmobiliario y otros. La incentivación de acumulación de capitales parece un intento desesperado por asegurar el papel dominante de Israel que se encuentra en crisis y responde también a un gigantesco gasto militar norteamericano que no ha rendido frutos. La verdadera naturaleza imperialista y neocolonial de los Estados Unidos ha quedado desenmascarada. Tanto las universidades como los gobiernos del mundo han expresado su sorpresa y acaso ocasionalmente han condenado las declaraciones de Trump, pero en lo general no han tomado cartas en el asunto.

Como agrupación académica y como seres humanos hacemos un llamado urgente a sumar esfuerzos para que los gobiernos del mundo hagan lo propio para respetar a cabalidad el pacto del alto al fuego en sus etapas y en defensa de la reconstitución de los territorios y modos de vida palestinos. Para ello, invitamos este 1 de marzo a una Jornada Artística por Palestina de 16:00 a 19:00 en el Monumento a la Revolución.

No a la complicidad, no al silencio. Es urgente que las instituciones y los Estados hagan lo propio para detener esta deriva genocida y avanzar hacia un alto definitivo al fuego en Palestina.

Académicxs con Palestina contra el genocidio

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